DECIDE, TODO ESTÁ EN DECIDIR.
Sin darse cuenta, muchas veces las personas dejan de tomar decisiones, aparentemente por comodidad.
Pero el precio a pagar por ello es muy alto. Si buscamos a alguien para que decida por nosotros: ¨Tendré a quién culpar si las cosas no resultan (víctima)”. Pero la frustración y el dolor serán enormes.
Si decidimos nosotros corremos el riesgo de equivocarnos, sí, pero tenemos el control de nuestra vida, nadie nos quita la satisfacción cuando las cosa salgan bien; y si no, no importa, ejercimos nuestro derecho a existir, a decidir, y adquirimos un gran aprendizaje.
¡VAMOS!